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Resumen gráfico de la actitud de Honorato. Un mojón así de grande / Fotos originales: Atresmedia |
El quinto programa de
Top Chef, que
puedes ver
aquí, nos trajo la esperada
Guerra de Restaurantes,
definida por Chicote como la “batalla con mayúsculas”. Además,
Honorato
descubrió lo que es el monocromatismo y ratificamos que
QuimiKarlos es
gafe. Os lo resumo todo, bien picadito, en esta nueva
y deslactosada Crónica Gastrocatódica.
El
grueso del programa lo copó la
Guerra de Restaurantes.
Los concursantes, divididos en dos equipos, debían dirigir sendos
restaurantes. En esta edición, tenían que
comprar los ingredientes
del menú sin pasarse de un presupuesto de 750 euros. El Jurado
decidió que los
capitanes fueran
Peña, por quejica y
Honorato por
lo contrario. Les dejaron elegir a los componentes de sus grupos para
después
intercambiárselos. El conde de la Tramuntana lo aceptó con
estoicismo: “Hay que asumirlo. Hacemos un 'reset'”.
El
equipo naranja contaba en sus filas con Peña, David, Marta, Inés y
Fran. Les tocó cocinar en el Club Allard, un restaurante de
vanguardia.
El
equipo gris, conformado por Honorato, Rebeca, Víctor y el tándem
Niño Probeta – Marc Jong-Li, recaló en el Cenador de Salvador,
con un estilo clásico.
Momentazos:
Rebeca
luchando contra el ninguneo de su equipo. Propuso elaborar unas
carrilladas. Respuesta: bola del desierto. En Makro, intentaba
seguir la lista de la compra a pies juntillas, mientras Marc Jong-Li
(en su línea) escogía lo que le daba la gana.
David
e Inés instaurando un nuevo deporte de riesgo: las carreras de
carritos de la compra. Parecían salidos de una versión cuquimoni
de la Cúpula del Trueno. David, tan intenso como siempre, describió la carrera como "apasionante".
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Yayo pastoreando concursantes / Fotos originales: Atresmedia |
Momentazos
equipo naranja:
Chicote
duda del corte, demasiado clásico, del menú naranja. Peña le
asegura: “Si chirría, me cortaré las venas”. “No, te las
corto yo antes”, responde Chicote.
David
y toda su exquisitez, en lucha contra los elementos. La primera mesa
debía ser para seis y estaba preparada para cinco comensales; una
señora pide el ciervo muy hecho y se lo sirven coceando; la jefa de
cocina del restaurante pide un salero y recibe uno llenito de
azúcar. Llegó un momento en el que parecía una escena de El
Guateque.
María
Marte, chef del Club Allard y su amplio repertorio gestual para
expresar disgusto. Sus sentencias tampoco se quedaban cortas: “Han
enguarrado el plato, está el brote aquí el pobre, como nadando”.
“El foie está nadando en algo”, reiteró otro comensal.
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María Marte mira con cariño y dulzura el foie / Fotos originales: Atresmedia |
Los
clientes, fosilizados, aguardando sus platos. La media de espera fue
de 20 minutos. Inés oía grillos, “cricri, cricri”, aunque ella
misma reconoció que el canto de los grillos no iba a sacarla del
atolladero.
Momentazos
equipo gris:
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Niño Probeta, compungido / Fotos originales: Atresmedia |
Honorato,
como pollo descabezado. Puso un barreño al fuego, no daba
instrucciones y tenía la cocina hecha unos zorros. Rebeca estaba
cada vez más enfadada: “Estamos en la mierda”, dijo ella. “Esto
es Pesadilla en la Cocina”, apuntilló Carlos.
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Chicote descubre el barreño puesto al fuego / Fotos originales: Atresmedia |
El
dueño del restaurante, Salvador Gallego, al leer el menú: “Me
parece muy apetecible, muy sugerente. Pero claro, es que el papel lo
soporta todo”. Sabias palabras de Salvador (por cierto, muy fans
de su níveo bigote).
Marc
hace esperar al equipo naranja. David explica que en sala hay que
tener un “servilismo”. No, David, en sala hay que ser servicial,
no servil. Nueva patada al diccionario.
El
foie venoso, las verduras crudas... y Honorato como convidado de
piedra. Chicote al ver la merluza exclamó: “Parece merluza al
cagarro”. Nuestro conde de la Tramuntana replicó que estaba
cocinando con muchísimo cariño. Chicote le tuvo que recordad que
el cariño no se come. El equipo se venía abajo y Honorato, desde
una realidad paralela, expresaba su satisfacción.
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¿Se descojona Chicote por su ocurrencia de la "merluza al cagarro"? / Fotos originales: Atresmedia |
El
Jurado decidió, obviamente, que el equipo
naranja fuera el
vencedor.
El equipo gris se enfrentó a una prueba de eliminación que tuvo
como invitado al chef
Paco Pérez, que ostenta cinco estrellas
Michelín. “Es el cocinero que está dominando todo el cotarro”,
informó Marc Jong-Li. El objetivo: preparar un
plato monocromo en 50
minutos. Paco Pérez les inspiró con una versión inmaculada de un
ajoblanco que tenía una pinta estratosférica. Cada concursante
recibió un color al azar para cocinar. El Jurado cataría los platos
a ciegas.
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Paco Pérez y su ajoblanco / Fotos originales: Atresmedia |
Momentazos:
La
obsesión por las algas de QuimiKarlos. Alguitas en almíbar,
alguitas fritas. El Jurado le recriminó su falta de originalidad.
No vale hacer siempre el mismo plato. Por si no se nota, el verde
fue su color asignado.
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Recreación honoratiana de la isla de Perdidos / Fotos originales: Atresmedia |
Los
mejores fueron
Marc y
Víctor Puro Color. Los peores fueron Honorato
y Rebeca. Todos los obsesos de los concursos culinarios sabemos que
servir
pollo crudo te lleva a la calle directamente, así que
Rebeca
tuvo que abandonar el programa y Honorato no se fue porque, según
Chicote, las
normas del programa no permiten largar a dos
concursantes el mismo día. Me gustaba Rebeca, me parece una mujer
muy trabajadora y con sentido común.
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Rebeca, enemiga de la salud pública y su cómplice, el pollo crudo / Fotos originales: Atresmedia |
Para mi humilde parecer, a pesar de las promesas de batalla épica, este programa ha sido el que menos chicha ha tenido hasta ahora. ¿Qué pensáis vosotros? ¡Espero vuestros comentarios!
A mi me dio una lástima enorme que echasen a Rebeca.... Además que creo que le hicieron tanta público por ser un programa es castillo de ella....
ResponderEliminarMe gustaba Rebeca, también me dio penita. Un beso, Ana y gracias por comentar :)
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